Los paisanos dicen que al caer la noche es hora de apear. Desensillar el zaino, el alazán, el cebruno, dejarlos descansar en el palenque, y hacer lo propio con el hombre. Resguardarse del frío y el viento, recuperar el aliento en una mesa amiga. El puesto es nuestro centinela en la montaña. Es el descanso bajo el cielo estelado y la cruz del sur, el reposo tranquilo en el silencio quebrado solo por el gañir lejano de un zorro gris que corre a su madriguera antes que despunte el alba.
La Veranada era el lugar donde los Gauchos traían al ganado a comer las pasturas más verdes. Allí, frente a una exclusiva vista al Monte Fitz Roy, emergen 4 casas monoambiente que mantienen la misma estética y esencia de aquellos puestos patagónicos.
La Ponderosa supo ser la casa de Lita y Pirulo, pioneros y fundadores de la Estancia. Cuenta con dos habitaciones en suite, living y cocina comedor. A metros de la casa principal se encuentra La Casa de Sogas.